Alegría y vitalidad son los adjetivos que describirían a esta pareja el día de su boda. Míriam disfrutó del día desde el primer momento. Aunque estaba nerviosa, en el momento que dijo el sí quiero, ya no paró de sonreír hasta el final. Javi en cambio se le veía más tranquilo en su casa, pero cuando la vio entrar por el pasillo de la catedral de Tarragona no pudo contener las lágrimas, fue un momento muy emotivo.
Los amigos le dieron a la boda ese toque de fiesta «non-stop» como en pocas he visto… recuerdo que nada más sonar la primera canción entre platos del restaurante Mas Passamaner, se pusieron todos en pie y salieron al centro de la sala a bailar, increíble, y siguieron así hasta el final de la fiesta!
Este es solo un resumen de lo vivido ese día, no cambiéis nunca.