Pasan los días, las semanas, los años, y cuando quieres darte cuenta ellos han crecido y tú te has hecho mayor. Dicen que la vida es un suspiro, y hay que saber saborearla. Cuando pensamos en fotos, en reportajes, pensamos en días especiales o en eventos de familia importantes. Ahora con los móviles nos hemos vuelto más reporteros de nuestras propias vidas, sacamos la cámara para todo, para cualquier detalle. Antes las fotos solo eran para momentos especiales. Pero todo esto ha cambiado. Nos gusta documentar cada momento de nuestra vida.

Una de las partes que más amo de mi trabajo, es captar momentos, la naturalidad y sobre todo que la propia foto sea la que cuente la historia a través de la composición, los detalles, la luz, y las emociones expresadas. Es lo que nos gusta hacer en los reportajes de boda, así que porqué no hacer lo mismo en los reportajes de familia. A mí personalmente nunca me han gustado las fotos en un estudio, lo encuentro frío e impersonal, pero a los niños hay que hacerles fotos y ver como crecen, documentar ese cambio. Si fusionamos la fotografía emocional y documental, con las fotos de familia el resultado es este. Captar momentos naturales de vuestro día a día, lo que haríais en una tarde normal si yo no estuviera con la cámara. Esas manualidades, juegos, actividades que hacéis en familia. Momentos que en el futuro explicarán muchos sentimientos, muchas historias.

Y eso es lo que hicimos con Cristina y Ainara, pasar juntas una mañana en la que viví con ellas lo que sería un sábado más, en la que hubo desayuno, o preparar juntas unos panecillos, jugar juntas y salir de paseo, pero todo de forma natural, sin prepararlo, sin adulterarlo. Decidí no tocar ni mover ningún objeto, para que todo fuera tal como ellas están acostumbradas. Uno de mis momentos favoritos fue cuando nos íbamos a dar un paseo y llegó el momento de vestirse, Ainara peleaba por elegir su ropa, y una vez vestida, pasó lo que siempre pasa, juegos risas, saltos en la cama mientras Cristina se terminaba de vestir. Incluido el momento de «no me quiero poner los zapatos». A todos los que sois padres os resultará muy familiar todo esto.

Con este formato de reportaje, quiero que podáis congelar un pedacito de vuestra vida, congelar momentos cotidianos, porque la vida está repleta de pequeñas cosas, que cuando las sumas forman una gran historia. Solo quiero contar vuestra historia a través de mi cámara. ¿Me dejas?